Por qué nunca deberías irte de Erasmus según VICTORSEOANE (Why you should never go on an Erasmus)
- jvralco1
- 16 ene 2020
- 16 Min. de lectura
(Spanish/English/ French/Italian)

"No sabes cómo llegó, qué decisiones te llevaron hasta vivir cinco o diez meses fuera de tu casa. Puede que hasta la más remota circunstancia de un día cualquiera te empujara hasta ese punto, hasta irte de Erasmus. Con el tiempo esa idea que tanto le disgustó a tu madre se convirtió en realidad.
Estás allí, ya no hay marcha atrás. Firmas el contrato del piso que te llevó meses encontrar, lo llenas de cosas del Ikea y empiezas a empapelar la habitación con fotos de la gente que crees que vas a echar tanto en falta.
Haces la primera compra mirando hasta el último céntimo, pones tu primera lavadora y hasta entiendes lo que se siente al no saber qué comer. Conoces a tanta y tanta gente que es imposible centrarte en todos y, por eso, intentas adivinar quiénes serán tus mejores amigos allí y eres partícipe en la primera división de grupos.
Buscas cosas en esa gente que te recuerden a lo que dejaste atrás: guiños, similitudes, comparaciones. Intentando llenar el vacío que se siente al alejarte de los tuyos.
Empiezas a hacer cosas con gente que te parece a cada cual más distinta a ti. Y te ves en planes que nunca harías con tus amigos, que no se te pasarían por la cabeza. Hablo de salir un lunes, de tomar una cerveza a las cuatro de la tarde, de ver el último episodio de tu serie favorita o incluso de quedar para hacer la compra. Todo esto empieza a sonar bien en tu cabeza. ¡No te reconoces!
Y un día te despiertas y dejas de levantarte con esa sensación de “¿dónde estoy?”, “¿qué ha pasado con mi cuarto?”. Un día simplemente pasa. Te levantas y te sientes como en casa. Pensaste que nunca pasaría, que no podrías acostumbrarte a esas cuatro paredes, pero definitivamente pasó.
Nunca se había sentido tan bien salir de tu zona de confort. Comienzas a darte cuenta de que no te hace tanta falta la gente que dejaste atrás. Y te sientes horrible por ello. Las llamadas de Skype y los mensajes preguntando por las novedades en tu círculo empiezan a disminuir. Y tus amigos lo notan. Te lo recriminan. Y no lo entienden.
Escoges una familia. Cada uno es de una parte de la geografía española y cada uno es tan diferente… Es como juntar a diez personas que nunca se hubieran dado la oportunidad de conocerse, que no se hubieran interesado los unos por los otros. Pero allí pasa y comprendes que las diferencias, lejos de poner trabas, ayudan a converger.
Hay algo que aprendí conociendo a tanta gente y es que cada persona tiene una historia. Pocos llegaron allí por casualidad. Todos huíamos de algo. O seguíamos buscando algo que nunca habíamos encontrado. Todos teníamos un hueco, un vacío. Y si hay algo que une a los estudiantes de Erasmus es, precisamente, las ganas por llenarlo.
Los viajes se convierten en el pan de cada día. Le pones nombre a capitales de países que hasta ahora solo habías leído en los libros de Historia. Comprendes la importancia de los free tour, la rentabilidad de los hostels y lo apasionante que es comprar un billete de tren para el día siguiente. Te vas de viaje pensando en los sitios que ver, en las fotos que te vas a hacer, en los platos típicos que vas a degustar y acabas dándote cuenta que eso es lo menos importante. Que el viaje es el instrumento oficial del Erasmus para estrechar vínculos. Que dos días de viaje son suficientes para ganarte la confianza de alguien (o para perderla). Y eso solo te da más ganas de viajar, de seguir avanzando.
Todo es tan increíble… Cada fiesta supera tanto a la anterior que piensas que es imposible que eso siga pasando (pero no lo es). Cada rato con personas que hace tres meses eran desconocidas se convierte en una huella imborrable en tu memoria. Y hasta te parece que les conoces de toda la vida, que ya no puedes vivir sin ellos.
El tiempo pasa.
Y eres tan feliz, que no te das cuenta.
Pero un día miras el calendario. Y te queda solo un mes para irte.
La depresión post-Erasmus empieza a coger sentido, incluso antes de haberte llegado a ir. El último mes empiezas a interpretar todo como una despedida. Y estás en lo cierto: ya no hay tiempo. Quizá sea la última vez que compartes un momento con esa persona o, incluso, la última vez que la ves. Y eso te aterra. Eso te hace sentir diminuto. Eso hace que te preguntes por qué decidiste irte de Erasmus, en qué momento pensaste que necesitabas echar de menos.
Y aunque nunca creíste que pasaría, un trozo de corazón estará para siempre repartido entre distintos puntos de España, de Europa e, incluso, del otro lado del charco. Sabes que a algunos de ellos les volverás a ver. Pero también eres consciente de que es imposible volver a verles a todos a la vez. Que esto nunca se repetirá, que el tren ha pasado, que c’est fini.
Y es que la persona que se monta en el avión de ida, nunca será la que se baje en el de vuelta. La persona que vuelve de Erasmus es una nueva versión de sí mismo, una versión que antes no existía y eso, como todo, siempre tiene sus más y sus menos.
Cuando vives todo esto, cuando lo haces tuyo, cuando cambia tu vida… es entonces cuando lo entiendes: Once Erasmus, always Erasmus.
Así que como dice el titular de un artículo que leí hace poco: “Por favor, no te vayas de Erasmus”. Porque yo nunca debí haberme ido. Nunca debí elegir tener que echar tanto de menos una ciudad, un amigo, un grupo, un Erasmus.
Y, sin embargo, fue la mejor decisión de mi vida."
Mi opinión personal: Cuando estaba en el bus de camino a mi ciudad natal, leí este texto desde una pequeña pantallita, al igual que dice el texto, no se como llegó a mi, pero hizo que un cosquilleo de dolor y amor al mismo tiempo recorriera mi espalda sintiendo como si hubiera leído lo que mi cabeza pensaba pero no sabía expresar. Para ello he realizado una traducción a inglés, francés e italiano (con traductor) para que todo el mundo que quiera sentir lo que quieres pero no sabes expresar después del Erasmus.
(English)

You don't know how it came, which decisions took you to live five or ten months abroad . It may be that even the most remote circumstance of any given day will push you to that point, until you leave Erasmus. And over time this idea that your mother disliked that much became a reality.
You are there, there is no going back. You sign the contract of the apartment that took you months to find, fill it with things from the Ikea and start to wallpaper the room with photos of the people you think you are going to miss so much.
You make the first purchase looking to the last cent, you put your first washing machine and you even understand what it feels like not knowing what to eat. You know so many people that it is impossible to focus on everyone and, therefore, you try to guess who your best friends will be there and you are participating in the first group division.
You are looking for things in those people that remind you of what you left behind: winks, similarities, comparisons. Trying to fill the void you feel when you move away from yours.
You start doing things with people who seem to each one more different from you. And you see yourself in plans that you would never make with your friends, that would not happen to you. I talk about going out on a Monday, drinking a beer at four in the afternoon, watching the last episode of your favorite series or even staying to make the purchase. All this starts to sound good in your head. You don't recognize yourself!
And one day you wake up and stop getting up with that feeling of "where am I?", "What happened to my room?" One day just pass. You get up and feel at home. You thought it would never happen, that you couldn't get used to those four walls, but it definitely happened.
It had never felt so good to leave your comfort zone. You start to realize that you don't need so much the people you left behind. And you feel horrible about it. Skype calls and messages asking for news in your circle begin to decrease. And your friends notice. They recriminate you. And they don't understand.
You choose a family. Each one is from a part of the world and each one is so different ... It is like bringing together ten people who would never have had the opportunity to meet, who would not have been interested in each other. But there it happens and you understand that the differences, far from putting obstacles, help to converge.
There is something I learned meeting so many people and that is that each person has a story. Few arrived there by chance. We all ran away from something. Or we were still looking for something we had never found. We all had a hole, a void. And if there is something that unites Erasmus students, it is precisely the desire to fill it.
Travel becomes the daily bread. You name the capitals of countries that until now you had only read in the history books. You understand the importance of free tours, the profitability of hostels and how exciting it is to buy a train ticket for the next day. You go on a trip thinking about the places to see, the photos that you are going to do, the typical dishes that you are going to taste and you end up realizing that this is the least important. That travel is the official Erasmus instrument for closer ties. That two days of travel are enough to gain someone's trust (or to lose it). And that only makes you want to travel, to keep moving forward.
Everything is so incredible ... Each party exceeds the previous one so much that you think it is impossible for that to continue happening (but it is not). Every time with people who were unknown three months ago becomes an indelible mark on your memory. And it seems to you that you have known them throughout life, that you can no longer live without them.
Time goes by.
And you're so happy, you don't realize.
But one day you look at the calendar. And you have only one month left to go.
Post-Erasmus depression begins to make sense, even before you have arrived. Last month you start interpreting everything as a farewell. And you're right: there is no time. It may be the last time you share a moment with that person or even the last time you see them. And that terrifies you. That makes you feel tiny. That makes you wonder why you decided to leave Erasmus, at what time you thought you needed to miss.
And although you never thought it would happen, a piece of heart will be forever distributed between different parts of england, Europe and even the other side of the puddle. You know that some of them you will see again. But you are also aware that it is impossible to see them all at once. That this will never be repeated, that the train has passed, that "c´est fini".
And is that the person who rides on the outbound plane will never be the one who gets off on the return plane. The person who returns from Erasmus is a new version of himself, a version that did not exist before and that, like everything else, always has its better and worse moments.
When you live all this, when you make it yours, when your life changes ... that's when you understand it: Once Erasmus, always Erasmus.
So as the headline of an article I read recently said: "Please do not go on an Erasmus." Because I should never have left. I should never have chosen to miss so much a city, a friend, a group, an Erasmus.
And yet it was the best decision of my life.
My personal opinion: When I was on the bus on my way to my hometown, I read this text from a small screen, just like the text says, I don't know how it came to me, but it made a tingle of pain and love at the same time, ran down my back feeling as if I had read what my head thought but could not express. For this I have made a translation into English, French and Italian (with translator) so that everyone who wants to feel what you want but can not express after Erasmus.

(French)
Vous ne savez pas comment cela s'est produit, quelles décisions vous ont prises pour vivre cinq ou dix mois à l'extérieur de votre maison. Il se peut que même les circonstances les plus reculées d'un jour donné vous poussent à ce point, jusqu'à ce que vous quittiez Erasmus. Avec le temps, cette idée que votre mère n'aimait pas tant est devenue réalité.
Vous y êtes, il n'y a pas de retour possible. Vous signez le contrat de l'appartement qui vous a pris des mois à le trouver, le remplissez d'objets d'Ikea et commencez à tapisser la pièce avec des photos des personnes que vous pensez que vous allez tellement manquer.
Vous faites le premier achat en regardant au dernier centime, vous mettez votre première machine à laver et vous comprenez même ce que ça fait de ne pas savoir quoi manger. Vous connaissez tellement de gens qu'il est impossible de se concentrer sur tout le monde et, par conséquent, vous essayez de deviner qui seront vos meilleurs amis et vous participez à la première division de groupe.
Vous cherchez des choses chez ces gens qui vous rappellent ce que vous avez laissé derrière: clins d'oeil, similitudes, comparaisons. Essayer de combler le vide que vous ressentez lorsque vous vous éloignez du vôtre.
Vous commencez à faire des choses avec des gens qui vous semblent tous différents de vous. Et vous vous voyez dans des plans que vous ne feriez jamais avec vos amis, qui ne vous viendraient pas à l'esprit. Je parle de sortir un lundi, de boire une bière à quatre heures de l'après-midi, de regarder le dernier épisode de votre série préférée ou même de rester pour faire l'achat. Tout cela commence à sonner bien dans votre tête. Tu ne te reconnais pas!
Et un jour, vous vous réveillez et vous arrêtez de vous sentir avec "où suis-je?", "Qu'est-il arrivé à ma chambre?" Un jour passe simplement. Vous vous levez et vous sentez chez vous. Vous pensiez que cela n'arriverait jamais, que vous ne pouviez pas vous habituer à ces quatre murs, mais c'est définitivement arrivé.
Il n'avait jamais été aussi agréable de quitter votre zone de confort. Vous commencez à réaliser que vous n'avez pas tellement besoin des personnes que vous avez laissées. Et vous vous sentez horrible à ce sujet. Les appels et les messages Skype demandant des nouvelles dans votre cercle commencent à diminuer. Et vos amis le remarquent. Ils vous récriminent. Et ils ne comprennent pas.
Vous choisissez une famille. Chacun vient d'une partie du monde et chacun est tellement différent ... C'est comme réunir dix personnes qui n'auraient jamais eu l'occasion de se rencontrer, qui ne se seraient pas intéressées les unes aux autres. Mais là ça arrive et vous comprenez que les différences, loin de mettre des obstacles, contribuent à converger.
Il y a quelque chose que j'ai appris à rencontrer tant de gens et c'est que chaque personne a une histoire. Peu y sont arrivés par hasard. Nous avons tous fui quelque chose. Ou nous cherchions toujours quelque chose que nous n'avions jamais trouvé. Nous avions tous un trou, un vide. Et s'il y a quelque chose qui unit les étudiants Erasmus, c'est justement le désir de le combler.
Le voyage devient le pain quotidien. Vous nommez les capitales de pays que jusqu'à présent vous n'aviez lus que dans les livres d'histoire. Vous comprenez l'importance des visites gratuites, la rentabilité des auberges et combien il est passionnant d'acheter un billet de train pour le lendemain. Vous partez en voyage en pensant aux endroits à voir, aux photos que vous allez faire, aux plats typiques que vous allez déguster et vous vous rendez compte que c'est le moins important. Ce voyage est l'instrument officiel d'Erasmus pour renforcer les liens. Ces deux jours de voyage suffisent à gagner la confiance de quelqu'un (ou à la perdre). Et cela ne fait que donner envie de voyager, de continuer d'avancer.
Tout est tellement incroyable ... Chaque fête dépasse tellement la précédente que vous pensez qu'il est impossible que cela continue à se produire (mais ce n'est pas le cas). Chaque fois avec des personnes inconnues il y a trois mois devient une marque indélébile dans votre mémoire. Et il vous semble que vous les avez connus tout au long de la vie, que vous ne pouvez plus vivre sans eux.
Le temps passe.
Et tu es si heureux, tu ne te rends pas compte.
Mais un jour, vous regardez le calendrier. Et il ne vous reste qu'un mois.
La dépression post-Erasmus commence à avoir un sens, même avant votre arrivée. Le mois dernier, vous commencez à tout interpréter comme un adieu. Et vous avez raison: il n'y a pas de temps. Ce peut être la dernière fois que vous partagez un moment avec cette personne ou même la dernière fois que vous la voyez. Et cela vous effraie. Cela vous fait vous sentir minuscule. Cela vous fait vous demander pourquoi vous avez décidé de quitter Erasmus, à quelle heure vous pensiez que vous deviez manquer.
Et bien que vous n'ayez jamais pensé que cela se produirait, un morceau de cœur sera à jamais réparti entre les différentes parties de la France, l'Europe et même l'autre côté de la flaque d'eau. Vous savez que certains d'entre eux vous reverront. Mais vous savez également qu'il est impossible de les voir tous en même temps. Que cela ne se répétera jamais, que le train est passé, que "it´s the end".
Et c'est que la personne qui monte dans l'avion sortant ne sera jamais celle qui descend dans l'avion de retour. La personne qui revient d'Erasmus est une nouvelle version de lui-même, une version qui n'existait pas auparavant et qui, comme tout le reste, a toujours ses avantages et ses inconvénients.
Quand vous vivez tout cela, quand vous vous l'appropriez, quand votre vie change ... c'est là que vous le comprenez: Une fois Erasmus, toujours Erasmus.
Donc, comme le titre d'un article que j'ai lu récemment disait: "S'il vous plaît, ne quittez pas Erasmus." Parce que je n'aurais jamais dû partir. Je n'aurais jamais dû choisir de manquer autant une ville, un ami, un groupe, un Erasmus.
Et pourtant, c'était la meilleure décision de ma vie.
Mon opinion personnelle: lorsque j'étais dans le bus en route vers ma ville natale, j'ai lu ce texte sur un petit écran, tout comme le dit le texte, je ne sais pas comment il est venu vers moi, mais ça a fait un picotement de douleur et l'amour en même temps coulait dans ma colonne vertébrale, comme si j'avais lu ce que ma tête pensait mais ne pouvait pas exprimer. Pour cela, j'ai fait une traduction en anglais, français et italien (avec traducteur) afin que tous ceux qui veulent ressentir ce que vous voulez mais ne puissent pas l'exprimer après Erasmus.
(Italian)

Non sai come è nata, quali decisioni ti hanno portato a vivere cinque o dieci mesi fuori casa. Può darsi che anche la circostanza più remota di un determinato giorno ti spinga a quel punto, fino a quando non lasci Erasmus. Nel tempo l'idea che a tua madre non piacesse così tanto è diventata realtà.
Sei lì, non si può tornare indietro. Firmi il contratto dell'appartamento che ti ci è voluto mesi per trovarlo, lo riempi di cose dall'Ikea e inizi a tappezzare la stanza con le foto delle persone che pensi ti mancheranno così tanto.
Fai il primo acquisto guardando all'ultimo centesimo, metti la tua prima lavatrice e capisci persino come ci si sente a non sapere cosa mangiare. Conosci così tante persone che è impossibile concentrarsi su tutti e, quindi, cerchi di indovinare chi saranno i tuoi migliori amici e parteciperai alla prima divisione del gruppo.
Stai cercando cose tra quelle persone che ti ricordano ciò che ti sei lasciato alle spalle: occhiolino, somiglianze, confronti. Cercando di riempire il vuoto che senti quando ti allontani dal tuo.
Inizi a fare cose con persone che sembrano più diverse da te. E ti vedi in piani che non avresti mai fatto con i tuoi amici, che non ti verrebbero in mente. Parlo di uscire un lunedì, bere una birra alle quattro del pomeriggio, guardare l'ultimo episodio della tua serie preferita o addirittura restare per fare l'acquisto. Tutto questo inizia a suonare bene nella tua testa. Non ti riconosci!
E un giorno ti svegli e smetti di alzarti con quella sensazione di "dove sono?", "Che cosa è successo alla mia stanza?" Passa semplicemente un giorno. Ti alzi e ti senti a casa. Pensavi che non sarebbe mai successo, che non potevi abituarti a quelle quattro mura, ma sicuramente è successo.
Non era mai stato così bello lasciare la tua zona di comfort. Inizi a rendersi conto che non hai bisogno tanto delle persone che hai lasciato alle spalle. E ti senti orribile al riguardo. Le chiamate e i messaggi di Skype che chiedono notizie nella tua cerchia iniziano a diminuire. E i tuoi amici se ne accorgono. Ti recriminano. E loro non capiscono.
Scegli una famiglia. Ognuno proviene da una parte del mondo e ognuno è così diverso ... È come riunire dieci persone che non avrebbero mai avuto l'opportunità di incontrarsi, che non sarebbero state interessate l'una all'altra. Ma lì succede e capisci che le differenze, lungi dal mettere ostacoli, aiutano a convergere.
C'è qualcosa che ho imparato incontrando così tante persone ed è che ogni persona ha una storia. Pochi sono arrivati lì per caso. Siamo scappati tutti da qualcosa. Oppure stavamo ancora cercando qualcosa che non avevamo mai trovato. Avevamo tutti un buco, un vuoto. E se c'è qualcosa che unisce gli studenti Erasmus, è proprio il desiderio di riempirlo.
Il viaggio diventa il pane quotidiano. Nomina capitali di paesi che fino ad ora avevi letto solo nei libri di storia. Comprendi l'importanza dei tour gratuiti, la redditività degli ostelli e quanto sia emozionante acquistare un biglietto del treno per il giorno successivo. Fai un viaggio pensando ai luoghi da vedere, alle foto che farai, ai piatti tipici che assaggerai e finirai per capire che questo è il meno importante. Quel viaggio è lo strumento ufficiale Erasmus per legami più stretti. Quei due giorni di viaggio sono sufficienti per guadagnare la fiducia di qualcuno (o per perderla). E questo ti fa solo venire voglia di viaggiare, per andare avanti.
Tutto è così incredibile ... Ogni parte supera la precedente così tanto che pensi che sia impossibile che ciò accada (ma non lo è). Ogni volta con persone sconosciute tre mesi fa diventa un segno indelebile nella tua memoria. E ti sembra di averli conosciuti per tutta la vita, di non poter più vivere senza di loro.
Il tempo passa.
E sei così felice, non ti rendi conto.
Ma un giorno guardi il calendario. E ti resta solo un mese.
La depressione post-Erasmus inizia a dare un senso, anche prima del tuo arrivo. Il mese scorso hai iniziato a interpretare tutto come un addio. E hai ragione: non c'è tempo. Potrebbe essere l'ultima volta che condividi un momento con quella persona o anche l'ultima volta che li vedi. E questo ti terrorizza. Questo ti fa sentire piccolo. Questo ti fa chiedere perché hai deciso di lasciare Erasmus, a che ora pensavi di dover perdere.
E anche se non hai mai pensato che potesse accadere, un pezzo di cuore sarà distribuito per sempre tra le diverse parti della Francia, dell'Europa e persino dall'altra parte della pozzanghera. Sai che alcuni di loro li rivedrai. Ma sei anche consapevole che è impossibile vederli tutti in una volta. Che questo non si ripeterà mai, che il treno è passato, questo è "el final".
Ed è che la persona che cavalca sul piano di andata non sarà mai quella che scende sul piano di ritorno. La persona che ritorna da Erasmus è una nuova versione di se stesso, una versione che non esisteva prima e che, come tutto il resto, ha sempre i suoi vantaggi e svantaggi.
Quando vivi tutto questo, quando lo rendi tuo, quando la tua vita cambia ... ecco quando lo capisci: una volta Erasmus, sempre Erasmus.
Così come il titolo di un articolo che ho letto di recente ha detto: "Per favore, non lasciare Erasmus". Perché non avrei mai dovuto andarmene. Non avrei mai dovuto scegliere di perdere così tanto una città, un amico, un gruppo, un Erasmus.
Eppure è stata la migliore decisione della mia vita.
La mia opinione personale: quando ero sull'autobus sulla strada per la mia città natale, ho letto questo testo da un piccolo schermo, proprio come dice il testo, non so come sia arrivato a me, ma ha fatto un formicolio di dolore e l'amore allo stesso tempo mi scorreva lungo la schiena come se avessi letto cosa pensava la mia testa ma non riuscivo a esprimere. Per questo ho fatto una traduzione in inglese, francese e italiano (con traduttore) in modo che tutti coloro che vogliono sentire quello che vuoi ma non possono esprimere dopo Erasmus.
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